domingo, 29 de septiembre de 2013

Los premios ya no se guardan en una vitrina

No tengo una vitrina llena de premios y medallas, de esas (las buenas) que los padres lustran para que no se oxiden, que lucen impecables en el salón de su casa y que se encargan de enseñar a las visitas más anchos que altos. Algún metal cayó en mi época de colegio y estará guardado en algún cajón, pero eran los tiempos en los que hasta ser séptimo en atletismo tenía recompensa: medalla más camiseta del colegio.

Benjamín Recacha es periodista desde hace 20 años y una de las personas que he tenido el placer de conocer virtualmente tras poner en marcha Trasmallo 2.0. El otro día me escribió para comentarme que había decidido premiarme con un Liebster Blog Award. “Me gusta lo que escribes”, me tuiteó. Para los que no hayan pinchado el enlace anterior estos galardones no dejan de ser simbólicos y buscan motivar a los blogueros que están-estamos arrancando para que ganen en visibilidad o simplemente decir al abarrotado mundo digital: “Oye, que estamos aquí”. El punto es que bloguero premia a bloguero. El sistema es agradecer, contestar a las preguntas que te formulan y conceder tus premios o nominaciones. Siempre tuve claro que los reconocimientos como mínimo hay que recogerlos, aunque sea el de una asociación vecinal, entre otras cosas, porque nunca se sabe si habrá alguno más. La lástima es que este galardón no se pueda colgar a la pared.

Para cumplir con el protocolo que establece Liebster Blog Award: A Benjamín Recacha ya le he nombrado y ahora se lo agradezco. También le deseo mucha suerte con su libro El Viaje de Pau, que me comprometo a leerlo cuando tenga un pelín de tiempo.

                                          Imagen tomada de listas.20minutos.es.

El siguiente paso es responder a las preguntas que dejó en su post de agradecimiento. Que yo recuerde es mi primera experiencia como periodista entrevistado.

1) ¿Qué motivó que ahora tengas un blog?

El periodista y corresponsal de guerra Ramón Lobo comentó hace unos meses en los Cursos de Verano de la Universidad Internacional de Andalucía en La Rábida que un blog era como un bote que permitía al periodista seguir navegando en esta profesión. El reportero recalcó el valor de internet. “El hecho de sufrir un Expediente de Regulación de Empleo (ERE), me permitió abrirme a nuevas posibilidades y si no hubiera existido internet personas como yo estaríamos absolutamente muertas y sin opciones”. Pues es lo que me pasó a mí y así me siento. Con Trasmallo 2.0 he vuelto a recuperar el gusanillo ese con el que te vas a la cama porque al día siguiente sale publicado algo de lo que te sientes medianamente orgulloso y no hablo de primicias ni milongas de ese tipo.

2) Véndete. ¿Por qué la gente debería visitar tu blog?

Porque está muy bien y porque no salgo nada mal en la foto de portada, ¿no? Quizás venderme es lo que más me cuesta. No sé si será porque más bien soy tirando para tímido. De hecho, costó convencerme para que me lanzara a exponerme en un blog con la foto anteriormente comentada incluida. Me agarré a dos razones: hay que dar la cara y a lo que decía Erasmo de Rotterdam del "talento oculto no produce reputación”. Pues hay que visitarlo porque trato de responder a lo que muchos nos cuestionamos y no solo del sector: hacia dónde va el periodismo con el que hemos convivido la mayor parte de nuestra vida y comprender el mundo de las redes sociales. Eso no quita que también opine sobre lo que me apetece y cuando me apetece.

3) ¿Cuántos blogs sigues? ¿Qué buscas en ellos?

Pues entre suscripciones a blogs, Me Gusta de Facebook y Twitter puedo seguir perfectamente a veinte. Cada día la bandeja de entrada de mi correo está repleta de mensajes. Busco que me aporten y que me inspiren.

4) ¿Compartes posts de otros blogueros en tus redes sociales? En caso afirmativo, ¿qué te empuja a hacerlo?

Es lo que me gusta de este mundillo: que aquí se comparte casi todo. Lo que me empuja es que digo si a mí esta información me ha sido útil a mi gente, llamesmola comunidad, también le puede servir. Es la teoría de que lo tuyo es lo mío y viceversa. Otra cosa es lo de los derechos de autor, que a veces se nos olvida.

5) Completa la frase: “No leo posts que tengan más de ….. palabras”. ¿Realmente empiezas a leer o no un artículo o relato en función de su extensión?

No lo calculo exactamente por palabras. Depende de si me interesa la temática. Sí tengo claro que en el ordenador ni en el móvil no aguanto un reportaje a doble página de un periódico. Es más me cuesta horrores terminarlo en papel. No sé cómo los medios no se dan cuenta de que extensiones de texto gigantescas y además volcar luego tal cual ese contenido son dos cualidades abocadas al fracaso.

6) ¿Qué opinas de los premios que se otorgan los blogueros entre sí?

Pues que voy a decir, si yo soy uno de los premiados. Tienen un sabor especial porque los blogueros saben lo que cuesta mantener vivo una criatura como esta. En algunos casos, solo por tener reputación, un concepto que es tan ambiguo y poco remunerado económicamente como la dignidad o la decencia.

7) Si no tuvieras un blog, el tiempo que le dedicas lo invertirías en…

Creo que seguiría siendo igual de feliz o de triste, quizás algo menos de lo segundo. Supongo que tendría más tiempo para leer, que es lo que realmente me gusta.

8) ¿Las experiencias que obtienes de tu presencia en la esfera virtual te ayudan en la vida real?

Sí, porque cada día me encuentro a más personas interesantes en el mundo virtual y, sobre todo, a gente con un perfil muy parecido al mío y que se hace las mismas preguntas. Eso de no sentirte solo con tus pensamientos ayuda, aunque solo sirva de consuelo.

9) ¿Próximos proyectos?

Hacer que este blog madure, que se consolide y que ni yo me canse ni tampoco los que me siguen.

10) ¿Algo más que añadir? (Si quieres saludar a la familia, es el momento).

Por supuesto que saludo a mi familia, amigos, a mis seguidores y a mi señora por animarme a esta aventura en la que yo me adentré con ciertas dudas. Gracias a los que han hecho que mi blog acumule más de 1.600 páginas vistas que no es lo mismo que visitas o visitantes. Aunque reconozco que los datos exóticos de las estadísticas son los que más me fascinan: me han leído, tampoco una multitud, desde Ucrania, Serbia, Corea del Sur, en Canada y en México. También mil agradecimientos a la gente que conecta desde de Palma de Mallorca, que sé que al menos hay una lectora y sólo una petición: suscribiros, que es gratis y que así podéis leer antes que nadie mis increíbles entradas.

                                   Imagen tomada de multiblog.educacion.navarra.es

Turno de mis nominaciones-premios. Go to:
 
Y para concluir mis once preguntas a los afortunados:

1 ¿Qué te dio para arrancar con tu blog?
2 ¿Qué aporta tu blog al mundo?
3 ¿Qué te aporta a ti?
4 ¿Cuánto tiempo te ocupa?
5 ¿Cómo te inspiras?
6 ¿Cuántas veces te has cuestionado si merece la pena?
7 ¿Te planteas sacarle dinero?
8 ¿A cuántos blogs sigues?
9 ¿Te planteas escribir con más frecuencia?
10 ¿Qué importancia le prestas al diseño?
11 ¿Cómo motivas al público a que participe?

lunes, 23 de septiembre de 2013

Derribando muros

Existe en el mundillo de la comunicación una apuesta silenciosa que consiste en pronosticar cuándo los periódicos dejarán de tirarse en papel. Se parte de la base directamente de la desaparición de las rotativas. La consultora estadounidense Future Exploration Network, que se dedica a asesorar a grandes firmas, pronostica que en España el papel impreso dejará de ser relevante en 2024. Años antes en Estados Unidos (2017) y en el Reino Unido (2019). Otras voces aseguran, en cambio, que los periódicos quedarán relegados en los quioscos al fin de semana, acompañados de suplementos.

Yo lo mido en generaciones. Mi padre, lector voraz en tinta, ya solo lo compra los fines de semana, yo dejé de invertir en prensa porque me apaño bastante bien con internet sin gastar un céntimo y el primo de mi mujer dice que cuando abre un ejemplar se siente raro porque le entran ganas de tocar las fotos para ampliarlas, porque necesita de vídeos para completar su necesidad noticiosa y porque cree que la magia de internet está en leer a tu antojo (el profesor de la Universidad de Navarra Ramón Salaverría (@rsalaverría) explica en profundidad los problemas y los cambios que han sufrido los criterios de la redacción periodística con la irrupción de internet en De la pirámide invertida al hipertexto). Yo me llevo con mi padre 30 años y con el primo de Ana menos de 10. Así marcha la evolución 2.0.

Estuve en febrero en Sevilla en el iCongress Andalucía Mass Media Social Media 2013, en el que se debatió el futuro de los periódicos en su formato tradicional. Allí estaban directivos de los grupos editoriales nacionales como Vocento o Prisa y me llevé dos certezas: la primera que Agustín Bravo, presentador de aquellas ponencias, sigue estando vivo y la segunda que las empresas no tienen muy claro a dónde van. Más o menos fueron a vender sus proyectos y que hacen todo lo que pueden. Así lo dejó a las claras hace unos días, José Joly, presidente de Grupo Joly, en la celebración del décimo aniversario de una de sus cabeceras, Granada Hoy (felicidades a los agraciados): “El periodismo no está en crisis, está en evolución”. Ya, pero ¿alguna pista más?

Cada cierto tiempo se escuchan cantos de sirena de que algún periódico generalista va a adoptar la fórmula del muro de pago (paywall) o alguna otra forma de suscripción, la última onda apunta a El Mundo. Sí parece claro que casi todos los medios tienen preparada estas opciones por si al vecino le funciona. Lo del paywall es que el lector disfruta de unos artículos mínimos gratis y si quiere más tiene que pasar por caja. Al New York Times, que ofrece 10 piezas gratis, le está funcionando, pero cuidado que no todas las cabeceras tienen la calidad del rotativo americano. El consultor de nuevos medios Jeff Jarvis dice directamente que su pequeño diario local es "una porquería" y se perdió al levantar el muro. Vamos que el público no pone ni un céntimo por leer ni tan siquiera la cartelera cinematográfica. La clave es saber si el digital es capaz de compensar la sangría del papel. Hasta ahora no ha funcionado.

En el iCongress, el director de Inteligencia de Mercado de Prisa, Adrián Segovia (@Asegovia), avisaba y con razón de que con el paywall, contradictoriamente, pagaban los fieles y no los esporádicos. Recuerdo que hace unos años El País y El Mundo decidieron que para leer sus informaciones completas en internet había que abonar. Es fácil imaginar lo que pasó. Los lectores huyeron en desbandada a otras fuentes informativas y al final tuviero que volver al todo gratis. Ahora la prensa generalista combina lo gratuito con sus quioscos digitales (Orbyt y Kiosko y más), en los que el suscriptor paga por ver las noticias en las tabletas.

En eso han invertido en los últimos años para adaptar sus contenidos a las nuevas demandas. La idea parece buena, menos para quioscos, repartidores y rotativas, pero no termina de cuajar. Es más barato, pero tampoco tanto, y luego es frecuente ver esos contenidos de pago circulando libremente por la red o resumidos en otra web a coste cero. Ahí está el Gobierno intentando poner vallas al campo con incluso penas de cárcel.

La idea es seguir enganchando al lector de toda la vida y aprovechar la oportunidad que aportan los iPads, pero ojo que el lector ya no solo disfruta abriendo su ejemplar mientras desayuna por la mañana, el de ahora quiere también ver antes de acostarse los goles del Real Madrid tras su partido en la Champions League de por la noche.
 
 
                                    Imagen de una rotativa, del Blog de La Manzana.

El director general de Estrategia Digital de Vocento, Juan Luis Moreno, sostuvo en Sevilla que “hemos dejado de percibir el valor de pagar por los contenidos”. Aunque en el grupo al que pertenece cree que aún existe un público dispuesto a abonar, es el de la generación del papel. No obstante, el primo de Ana admite que él se gastaría algún euro por algo diferente y útil a lo que hay en la red.
 
Es la teoría de no pagar por lo que es gratis. “Solo (por el público) estará dispuesto a pagar, si la calidad de la información, la escritura y el periodismo son claramente mejores, más precisos y más bellos que el resto de contenidos que se esparcen en internet por todas partes como el agua. Eso sí es gratuito”, concluye el director de The New Yorker, David Remnick. Por su parte, el periodista José Antonio Gavira considera directamente “que eso que dan gratis no es periodismo”, mientras que el guionista y reportero David Simon indica que pagar “es la única manera para evitar que el periodismo sea destruido por la corriente de los contenidos gratuitos”. Tampoco se trata de banalizar todo lo gratuito porque la radio lo es, funciona y además no se le cuestiona.

Jeff Bezos, que recientemente ha adquirido el Washington Post y cuyos movimientos son ahora mirados con lupa por la competencia, tiene claras tres cosas: que en 20 años no habrá periódicos impresos, que las noticias en internet tienen que ser gratis y que la gente está dispuesta a pagar por suscripciones de diarios en tabletas.

No digo que no, pero los medios que se lanzan a ese reto lo sufren inicialmente en sus cuentas (El tráfico de The Sun cayó un 60% tras el paywall). La clave está en canalizar esa demanda digital, que parece que la hay. Las cifras del OJD se leen a conveniencia, pero son números, y la gente lee y escribe más cartas que "en la época del Romanticismo". Es decir, la culpa no es del lector.
 

Lo peor es que las grandes cabeceras no parecen contar con demasiado tiempo para esperar a ver cómo se despeñan o triunfan otros para actuar. Lo que significa que tendrán que apostar ya si realmente siguen creyendo que la profesión y su negocio no está al borde de la muerte.

Esa incertidumbre cierta se podrá evitar de entrada comprendiendo al público y conociendo sus gustos. Jeff Jarvis subraya con una lógica aplastante que ya hay que pensar en los perfiles de los individuos. La tecnología lo permite. “Si sabemos que a una persona le importa realmente la Política y otra odia los Deportes, ¿por qué no empezar, al menos, tratando de darles a cada uno de ellos la relevancia que desean?” Jeff Bezos comulga con este concepto bajo su prisma puramente empresarial: "Lo primero es el consumidor. Inventar. Ser paciente". 
 
En este punto, y ya concluyo, recuerdo que en la Universidad de Málaga había un profesor que presagiaba que los periódicos estarían estructurados por secciones conjuntas e independientes y que el cliente llegaría al quiosco y seleccionaría su propio ejemplar: los Deportes de El País, la parte Local del diario de su pueblo, el apartado Internacional del ABC… Es decir, pagaría por lo que realmente iba a leer ese día. Puede que se equivocara solo en el canal: en vez del papel, esa magia de internet.  
 

lunes, 16 de septiembre de 2013

White and in Botella

Cuando hace unas semanas Google dejó de funcionar durante cinco minutos, medio mundo se paralizó. A decir verdad, yo ni me enteré, pero me imaginé la monumental bronca que el jefazo del buscador le daría al causante. Me veía a ese hombre luego recogiendo los enseres de su escritorio, incluida foto de familia, y colocándolos en una caja de cartón (muy americano, sí, pero es lo que tengo en el imaginario). Cinco minutos de apagón se tradujo en una pérdida para el buscador de más de 400.000 euros. Luego ya me explicaron que este tipo de fallos son algo más complejos de evaluar y que no dependen tanto de un técnico teniendo que introducir unos códigos y pulsando una tecla de manera periódica, como en la estación El Cisne de la serie Lost.

Una vez un informático me aseguró que no existen fallos matemáticos por mucho que Ana Rosa Quintana nos intentara convencer, sino que los errores siempre son humanos. Básicamente porque tras la programación está la mano del hombre. Igual que tras el discurso de “a relaxing cup of café con leche en la Plaza Mayor” de Ana Botella, que ha reventado estos días las redes sociales, implacables para este tipo de cuestiones y más si hay un político de por medio, aunque no tan efectivas como sostiene Javier Marías.

No voy a despotricar más de la alcaldesa de Madrid, que lo suyo ya se ha llevado en infinidad de parodias, que ha impulsado la venta de tazas y que hasta tiene un temita de dance. Aunque sí me acordé del pobrecito (menos pobrecito cuando he visto publicado que cobró un millón de euros) que le redactó el discurso.

Conozco a más de un político y sé que cuando la pifian y fracasan buscan cortinas de humo y culpables. Por lo general, los encuentran a su alrededor. Y los asesores de prensa suelen estar a un palmo de ellos. Admitamos que la oratoria de la regidora del Ayuntamiento de Madrid ante los miembros del COI fue como decirlo… patética, pero también reconozcamos los dotes hispanos para hablar en público y nuestro nivel de inglés. No digo tener un B-2 o un First. Aquí o se sabe inglés o no se sabe. Es como o estás con tu novia o no. Entiendo que fastidie que para optar a un puesto de administrativo a media jornada en una gestoría de un pueblo te pidan dos master, ser bilingüe y un tercer idioma y que luego se suba a un atril esta señora y hable como si estuviera en una guardería.

Lo primero que me pregunté es por qué en la oratoria de su vida no se estudió la pronunciación como un loro y más teniendo en cuenta que hubo hasta un tartamudo que se dirigió a su pueblo en el comienzo de la II Guerra Mundial (El discurso del Rey). Se la preparó (por la Botella) durante tres semanas, pero dado los resultados los 21 días se quedaron cortitos. Lo cuenta el asesor del equipo Madrid 2020, Terrence Burns, que confiesa que acuñó la frase “a relaxing cup of café con leche…”, que se quedó satisfecho con los resultados y que a la vez entona el ‘mea culpa’ (algo contradictorio).


                                         Imagen de Luther King tomada de iphone.latercera.com.

Los españoles también somos mucho de a toro pasado y no de reirnos de nosotros mismos, sino de despellejarnos. Y no nos engañemos hacía falta un Martin Luther King para que nos lleváramos los Juegos Olímpicos. Es como encargar un gran proyecto económico mundial a una empresa en concurso de acreedores. También se vería esa frase chispa desde otra perspectiva si España hubiera ganado a Tokio y Turquía.

Sí hay que reconocer que la política del PP fue valiente, aunque ya se vio en una conferencia de prensa que no iba a ser una buena portavoz (Ver el vídeo del Intermedio y su quita y pon de los cascos). También hay que admitir que aparentemente se tomó el chaparrón con buen humor y que hasta le ha visto beneficio al asunto, aunque ya no hay asesor que haya nacido para quitarle el mote de la del relaxing cup of café con leche.

Lo que quiero decir es que por mucho “Yes, we can” que te inventes, si no eres Obama o te lo crees te quedas en un “relaxing cup of café con leche…”. Y aquí los asesores, aunque se hayan empapado los discursos de todas las ediciones de los Premios Nobel, poco pueden hacer si al que asesoran es un alcornoque (y de estos últimos abundan). En la mediana y alta política, los políticos antes buscaban cazadores de tendencias para plasmarlas en el papel y pronunciarlas, ahora eufemismos que tapen sus vergüenzas. En el ámbito local o provincial, un tipo que les ayude a no meter la pata en el día a día y que le escriba unas letras para inaugurar una nueva calle.

Luego están los patonazos para el recuerdo. Me acuerdo de aquel alcalde que empleó la palabra escuálido para referirse a un tiburón, otro que creía ser el guerrero de la luz y otro que siempre tenía puesta la coletilla “lo que es”. Ejemplo y siguiendo al anterior: “Aquí estamos para lo que es la inauguración de la calle”. 

En ese momento, al jefe de prensa se le remueven las entrañas porque se imagina el titular del día siguiente y porque sabe que de alguna manera pagará los platos. En eso se han convertido los asesores de prensa, en políticos, en apagafuegos, en adivinos de las preguntas comprometidas y en guardaespaldas de su jefe. Y eso que un día creyeron que iban a poder convencer al político de que el mejor arma para combatir una crisis es transparencia y aportar la máxima información. Obama también se creyó el “Yes, we can”.   


lunes, 9 de septiembre de 2013

Fotógrafo puede ser cualquiera

Existía en la redacción un chascarrillo recurrente para felicitar indirectamente al fotógrafo por un buen reportaje: “Buenas fotos, tal. ¿Qué se te ha caído la cámara al suelo?” La pregunta en sí estaba algo ya manida, pero a mí siempre me hacía gracia. La respuesta posterior dependía de la personalidad de la víctima y del día que hubiera tenido. Había foteros que entraban al trapo y otros que alargaban el momento jocoso.

Aquella simple cuestión encierra más significado del aparente. Incide en el papel del fotoperiodista, cada día más devaluado y prescindible. “Si piensas que es así de fácil, entonces hazlo tú mismo”, me llegó a mi muro de Facebook procedente de una campaña para defender el rol del fotógrafo profesional en los medios de comunicación. Chungo si la dignidad de un trabajo depende de movimientos tipo “Salvemos al lince ibérico”.

El diario estadounidense Chicago Sun Times ha anunciado que va a despedir a su plantilla de 28 cámaras y que va a enseñar a sus reporteros nociones básicas de fotografía desde el iPhone. La noticia no aclara si son los plumillas los que tendrán que poner de su bolsillo el dispositivo. Me lo puedo imaginar. La idea es más rapidez y más material audiovisual. ¿Nos lo creemos?

Sí me sé las consecuencias porque las he visto en directo en otros periódicos. Primero prometían a los redactores un complemento por asumir más funciones y luego terminabas comprando hasta las pilas de la cámara. Es lo del periodista multimedia, que las empresas mediáticas se han encargado de identificar con el futuro de esta profesión, que como el Facebook, nadie sabe a dónde va. Al jefazo lo pondría a tomar fotos (por supuesto, siempre susceptibles de ser portada), notas, grabar a la misma vez y contarlo casi a la velocidad de la luz. Por eso es bueno no confundir multimedia (que no multimierda) con la omnipresencia, atributo, según la RAE, solo de Dios.

                                            Foto tomada de queanimalada.net

Y eso que hubo un tiempo en que los fotógrafos ganaron dinero, incluso bastante. El director del festival de fotoperiodismo más importante del mundo, Visa pour l’Image, Jean-Francois Leroy, sostiene que hoy solo algunas docenas de fotoperiodistas viven decentemente de su trabajo. “Explicar una historia real no está al alcance de todos. En cambio, hacer fotos decentes, sí”, concluye para dejar claro que uno no es fotógrafo solo por captar imágenes o por dominar la técnica. El fotógrafo madrileño afincado en Río de Janeiro Rafael Fabrés cree que la crisis de esta profesión no es cuestión de dinero, “sino de interés”.

Y ahí están esas decenas de fotógrafos privilegiados sobreviviendo y cubriendo ruedas de prensa y partidos de fútbol a 300 por hora porque son los únicos que quedan. Las otras modalidades son aún más indignas: freelance o cobrar una miseria por imagen publicada. Leí en algún lado que hay reporteros de guerra que se iban sin ningún tipo de contrato o seguro a las zonas calientes del mundo. La evolución de todo esto se ve en un hecho relevante: antes los fotógrafos vivían de lo que trabajaban para uno o varios medios de comunicación o agencias y se sacaban un dinero extra de la BBC (bodas, bautizos y comuniones), hoy es justamente al revés.

Pienso que la única salida que les queda es su reivindicación a través de una reinvención forzosa. Sé que eso es muy político y puede que no signifique casi nada, pero es mi humilde aportación. También pasa por una valoración de los profesionales del mismo sector. Nunca entendí que un periodista recibiera un premio por un reportaje y que al autor de las fotos no se le reconociera.

Aunque un pelín largo, me gusta el término de fotoperiodista porque creo que es lo que debe ser. Un tipo, que además de ser un flipado de los filtros y de los angulares, sepa lo que está pasando para captar esa realidad que los ojos son incapaces de registrar, que pregunte, que lea, que se involucre en el ambiente que tiene que reflejar, que hable y discuta con los policías para recordarles que las fotos en lugares públicos no están prohibidas, que saque el perfil malo del político, que discuta con el periodista para publicar la mejor instantánea, que no descuide la estética y que no trabaje nunca gratis.

Me encanta ver a foteros echar una carrera en mitad de un acto o arrastrados en la calle para tener el mejor plano y que se conviertan en la mejor fuente, por ser de primera mano, a pesar de que eso a veces les sea contraproducente al tener que recibir guantazos con su cámara colgada por tener que dar la cara (no olvidar que es la cara del propio medio). Sé que dirán: "sí, claro, más precariedad y yo encima voy con más profesionalidad". Sí, pero es la única salida que se me ocurre y así tal vez se os valore un poquito más.

Eso sí, nunca, nunca, nunca, les pidan que les retraten con su nieta y que luego le mandan el retrato. No lo harán y además puede que lo que envíen sea la cámara directamente a la cabeza.
    

martes, 3 de septiembre de 2013

¿Estudias o tuiteas?

Los sábados no había qué preguntar. Sabíamos que teníamos que estar en la redacción del periódico antes de las 16:00 horas para poder entrevistar al entrenador de turno y poder hacer las previas de los partidos de fútbol de la edición del domingo. Superada esta hora, se corría el riesgo de que el técnico hubiera salido de su casa, generalmente a ver otros partidos -uno confesó con la boca chica que estaba en el Carrefour con su mujer-, y ya te olvidabas de él hasta las nueve de la noche. Era lo que suponía llamar a un teléfono fijo.

Puede parecer que era otra época, pero de eso solo han pasado algo más de 10 años, el boom de los móviles. Me viene a la mente aquel horario cuando comparo y veo cómo la tecnología ha cambiado las costumbres e incluso a las personas. “Ahora los niños de 2 años desbloquean la pantalla del iPhone, abren y cierran aplicaciones. Todo solitos. Yo a esa edad comía arena”, leí en un tweet de @OlaKAseTu. Cómico, pero verdad. A esa edad hoy, por supuesto, que comes arena, pero también empiezas a estar familiarizado, aunque no se entienda, con la tecnología, que ya no se puede llamar nueva porque hace tiempo que ella mismo desdibujó el concepto de novedad.

Toda esta introducción para contar que las redes sociales e internet (a la altura ya de inventos como la rueda) han revolucionado los hábitos de los mortales. No se ha librado ni la consolidada televisión, que ha encontrado en Facebook, Twitter, YouTube y demás un gran complemento para su programación. Las audiencias ya no solo se controlan en los hogares, sino también en las redes. En poco tiempo escucharemos que una cadena retira de su parrilla tal serie o concurso porque no fue retuiteada lo suficiente o porque no alcanzó en los tres primeros capítulos ni un trending topic.

Es la progresión de la comunicación 1.0 a la 3.0. Primero era solo emitir un  mensaje, luego emitirlo y escuchar la respuesta y ahora emitirlo, escucharlo y enviar uno nuevo en función de la información recabada del usuario. Será el triunfo de las mayorías televisivas.


                                                                                         joryx.com / ddg

 
También se nota en la búsqueda de empleo. El currículo vitae y la carta de presentación en papel y los anuncios en prensa se han quedado casi obsoletas. Pero es que ni plataformas como Infojobs o Infoempleo son los referentes que fueron. Hoy los puestos, poquitos en España, están en los muros y en los timeline y, por supuesto, en Linkedin. Los más valientes tienen su currículo en vídeo, aunque lo más importante hoy es lo que se denomina tener reputación on line. Básicamente, que el de Recursos Humanos de una empresa no encuentre una foto o comentario tuyo comprometido cuando ponga tu nombre y apellidos en Google, convertido hoy en el primer filtro laboral, sino que se haga una idea de que eres un crack. Por eso es conveniente hacer esta prueba por ti mismo ya.

A partir de aquí todo lo que a uno se le ocurra está en las redes sociales. De cómo elegir universidad, a pedir financiación sin pasar por los bancos (crowdlending) y saber lo último de la gastronomía española. Eso sin contar con que las redes sociales están acabando poco a poco con las cámaras de fotos y la publicidad de toda la vida. Ahora las ponencias tienen que ser tuiteables, hay escraches virtuales, la soberanía sigue residiendo en el pueblo, pero en el digital, las denuncias y las reclamaciones son más efectivas en Twitter que en las oficinas del consumidor y los periódicos se leen en tus listas de Twitter para no acudir a ellos directamente.

Cambian también las rutinas humanas: se felicita por Facebook, se da el pésame por Twitter, se liga por Meetic y se habla con los amigos de toda la vida y de la Universidad por los grupos de WhatsApp (se admiten en el apartado de Comentarios más cambios que se os ocurran). Leído en voz alta suena poco romántico, pero aún más revolucionario, aunque claro el que escribe esto entregó trabajos en la universidad escritos a máquina porque a mano ya no se podía.