Mis circunstancias y yo

Ahora que lo pienso nunca me había parado a escribir sobre mí mismo. Entendía que esa reflexión correspondía a la persona que se empieza a asomar a la otra vida y con muchas aventuras a su espalda para contar. Aún sin haber plantado un árbol, ni tener un hijo, ni haber publicado un libro, ni siquiera saber nadar bien con la cabeza dentro del agua afronto este reto porque así lo exigen las reglas del buen bloggero. Y en esas estamos.

Cuando no sé por dónde empezar, busco a alguien que ya haya pasado por esta misma situación y me acordé del blog del cronista, famoso por las guerras que ha contado, Ramón Lobo, al que le debo conocer algo más sobre el continente negro. Que conste que no he estado como él en Afganistán en mitad de fuegos cruzados ni en conflictos como los de Croacia, Líbano, Somalia o Uganda.

Eso sí, coincidimos en que somos periodistas, que debimos pasar lo mismo al principio para trabajar en lo que nos gustaba (aquella época en la que lo extraño era estar contratado) y en que ambos fuimos despedidos tras un Expediente de Regulación de Empleo (ERE).

No olvidaré la etapa en Granada Hoy, aunque a decir verdad me hubiera gustado que hubiera sido más larga. Aprendí mucho, conocí a compañeros maravillosos y por fin viví en pareja, como Dios manda. Trabajé más fines de semana que antes, pero también me reí más. Allí hice un poco de todo: Política (Diputación de Granada), Infraestructuras (Metro de Granada), Seguridad (Policía), Sucesos (Crímenes de Rey Badis y de Otura), Economía (Minas de Alquife)... Llegué en el tiempo en el que la especialización por áreas ya era un lindo sueño.

Recalé de Europa Sur, donde creo que me críe realmente como periodista. Antes de formar parte de su plantilla hice prácticas durante la carrera en el desaparecido Día de Andalucía, Onda Cero Algeciras, La Voz Universitaria Eccus, Diario de Málaga y Onda Algeciras Televisión. Quince años en los que toqué todos los palos en los medios tradicionales: radio, televisión y periódico.

Pero fue en Europa Sur donde me formé y donde cursé el mejor máster en el que podía haber invertido. Primero en Deportes y luego en la sección de Local. En Deportes entendí que la rivalidad entre la Balona y el Algeciras es como la del Real Madrid y el Barcelona, con sus matices, claro está, y me especialicé en el balonmano, que practiqué en mis años mozos, aunque para qué engañarnos nunca iba para estrella.

En Local también hice un poco de todo, pero durante varios años me dediqué a Sucesos (Narcotráfico) y Tribunales (Audiencia Provincial, Crimen de Fray Junípero Serra). Fue el tiempo en el que algunos días conviví más tiempo con policías y delincuentes que con mi propia familia. A los policías pasé a admirarlos y tengo que reconocer ahora que a algún condenado llegué a comprenderlo. También me dí cuenta de que la Justicia funciona, aunque sea a pasos de tortuga. No me creo que haya inocentes en las cárceles, aunque los haya.

Me queda por contar que nací en Jaén, que viví en Algeciras y que ahora resido en Granada. ¿Por qué periodismo? Hubo un tiempo en que deseé ser médico y luego enfermero. El problema es que detesto la sangre.

Intentando responderme recuerdo ahora una charla magistral de Juan José Téllez, por aquel tiempo director de Europa Sur, cuando yo cursaba el extinto COU en el colegio Montecalpe en la que abordó la profesión del periodismo. Aún tengo grabadas algunas frases como el trabajo con más divorcios por metro cuadrado, de los peores pagados, con un horario infernal…, pero después de todo concluyó con su envidiada retórica que el periodismo era lo más maravilloso del mundo. De eso puedo dar fe. Tras esa conferencia, algunos de la clase que tenían decidido esta opción de futuro se echaron para atrás y yo que dudaba di un paso al frente.

Me imagino también que en el veneno por esta profesión algo tuvo que ver mi padre, un lector voraz de periódicos. No puedo entender mi casa sin uno de por medio, sin manchurrones de tinta de aquel ABC abierto por la mitad y dejando entrever aquellas páginas sin apenas fotos, salvo aquellas mini ilustraciones de bustos y caricaturas de Felipe González (clásica era de él como Pinocho con una nariz alargadísima).

Ahora estoy en la labor de convertirme del 1.0 al 2.0. Lo que está pegando es lo de community manager. También dicen que es una burbuja. Por favor, más burbujas no.

Y en esas estamos, dándole caña al inglés, haciéndonos multidisciplinar, adaptándonos a estos nuevos cambios y tratando de responderlos en una tesis doctoral que espero algún día defender. ¿Volveré a contar historias como lo he hecho durante más de diez años? En ello estamos, aunque ya no hago planes ni pongo titulares más allá del fin de semana que viene. Por ahora, me desahogaré en este blog. 

 
                                          Foto realizada por Miguel Rodríguez.



David Lendínez López




 

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